La fuerte acusación del papa
Francisco a los periodistas del mundo. El sumo pontífice usó el término
"coprofilia" para definir uno de los cuatro pecados en los que, según
su él, suelen caer los medios de comunicación.Bergoglio se suma a los jefes de Estado — él también lo es —
que culpan al mensajero de los hechos negativos.
Por Hugo Machin Fajardo (@MachínFajardo), publicado originalmente em español no site colombiano Las 2 Orillas, sob o título Periodistas bajo condena papal
Dice el papa Francisco— porque también es el jefe
espiritual de millones de católicos— que
«los periodistas —así en genérico— suelen caer en «pecados», que de ser ciertas
esas acusaciones constituirían delitos en dos casos, y deshonestidades en otros
dos, como «la desinformación, calumnias, difamación, coprofilia». Este último
calificativo se traduce en atracción fetichista por los excrementos. Ni más, ni
menos.
Ocurre que Bergoglio-Francisco
cuando vierte opiniones sobre su prójimo habla desde esa doble condición, por
lo que ofrece la dificultad de que la lógica reacción de los agredidos, en este
caso los periodistas, pueda interpretarse como una ofensa hecha a millones de
personas que profesan el catolicismo. Él lo sabe, y se escuda en ellos.
La religiosidad
latinoamericana comprende muchas otras maneras de expresarse también: budismo, chamanismo, islamismo, judaísmo, pentecostalismos,
protestantismos, santería, además de las diferentes manifestaciones de la religión popular.
La libertad religiosa es
reconocida como uno de los «cimientos de la sociedad democrática» por la Corte
Interamericana de DH en sentencia del 5 de febrero de 2001 (La última tentación de Cristo vs Chile).
La Declaración Americana de
Derechos y Deberes del Hombre (DADDH), suscrita en 1948 en Bogotá, en su artículo
3°, proclamó el derecho a la liberta religiosa.
También la Convención
Americana sobre Derechos Humanos (CADH) proclama la no discriminación religiosa
(Arts.1 y 27, incisos1 y 2); la libertad religiosa, declarando la dimensión
positiva y negativa de dicha libertad (Arts.12, incisos 1 y 2); la libertad de asociación
religiosa (Art.16°). En síntesis, el sistema interamericano de DH garantiza el respeto a la libertad religiosa y el
principio de no discriminación e igualdad de todas les creencias religiosas o
no. La religiosidad de la persona es un derecho humano.
Y cabe mencionar especialmente
el artículo 13° de la CADH que prohíbe el discurso de odio religioso, que Bergoglio aplica al revés cuando acusa y
estigmatiza ante millones de sus seguidores a los trabajadores de la prensa.
Como Jefe de Estado, Bergoglio,
quizás imbuido de la tradición peronista de hostigar a la prensa, se suma a los
presidentes, ex presidentes y dictadores —Trump, Bolsonaro, Rafael Correa,
López Obrador, Bukele, Daniel Ortega, Maduro, Cristina F. de Kirchner—, que
culpabilizan, censuran y persiguen a periodistas por las situaciones negativas,
o que les cuestionen, informadas por los medios de comunicación. Hechos por los
cuales no poca veces los periodistas pagan con sus vidas ejercer el oficio de
informar u opinar.
Especialmente sarcástico suena
el principal del Vaticano si tenemos
en cuenta que sobre la mayor tragedia del último tiempo como es la guerra de
agresión desatada por Rusia contra Ucrania, Bergoglio no ha sido capaz de responsabilizar
con nombre y apellido a Vladimir Putin
por haber invadido a un vecino, drama que hoy registra crímenes de guerra, crímenes
de lesa humanidad, torturas, desaparición forzada, violación de mujeres,
desplazamiento forzado para millones de ucranianos, millones de niños expuestos
a graves riesgos, la destrucción material de un país y perjuicios económicos y
comerciales para el mundo.
Las imágenes y testimonios
aportados desde suelo ucraniano por esos periodistas cuestionados por Bergoglio —algunos de los
cuales murieron por informar en tanto decenas de corresponsables siguen en
riesgo— permiten a la opinión publica
tener elementos para discernir aquella realidad. La agresión del papa Francisco
supone un contraste muy fuerte entre quienes arriesgan su vida por informar y quien
se limita a decir que «todos somos culpables» de la guerra, o a besar una
bandera ucraniana y condenar a la masacre de Bucha sin mencionar a los
culpables. Claro que siempre es algo mejor respecto a su antecesor Eugenio Pacelli (Pío XII) que bendijo
las armas de Mussolini y se mantuvo ajeno al Holocausto.
Solamente en Latinoamérica, la
segunda región con más periodistas asesinados, en 2021 murieron 14 periodistas
y en lo que va del 2022, solo en México, —uno de los países más católicos de la
región— suman ocho los periodistas asesinados en impunidad.
No es el mejor contexto para
atacar desde el poder —y Bergoglio vaya si lo tiene— a quienes únicamente
poseen su computadora o celular para desempeñarse y, paralelamente, ser tan
benigno con los criminales.
Quizás, no es posible saberlo,
la información documentada y confrontada que aportan periodistas y medios de
prensa sobre el abuso sexual clerical contra menores en el mundo, genere ese encono
en quien, respecto a esa otra tragedia humana, poco ha hecho en sus casi diez años
de pontificado.
Precisamente, en estos días en
que tuvo lugar la invectiva papal, el periódico El País de Madrid — diario leído por más de un millón de lectores y
el más consultado digitalmente en habla hispana— ha sido premiado por su
trabajo de información y documentación acerca del abuso sexual clerical sobre
menores, destacado por el jurado por «el valor
fundamental de una investigación de largo aliento, sobre unos hechos ocultos y
ocultados durante décadas, dando voz a personas adultas quebradas por las
terribles experiencias de la infancia». Asimismo, resalta que es «una
investigación que impacta en la vida de las personas, moviendo a los poderes
públicos y a la Iglesia a iniciar sus propias investigaciones». Por último, ha
valorado la participación de los ciudadanos quienes, a través de un correo
habilitado por el diario, «han nutrido una contabilidad de más de 600 casos de
abusos con más de 1.200 víctimas».
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