Por Bruno Peron Loureiro, publicado originalmente no Barómetro Internacional
El Consejo del Mercado Común – órgano deliberativo del
Mercado Común del Sur (MERCOSUR)– creó el Fondo MERCOSUR Cultural
(MERCOSUR/CMA/DEC.No 38/10) en diciembre de 2010. El Fondo tiene
como objetivo financiar proyectos culturales de instituciones
no-gubernamentales que faciliten la integración del país que los propone o de
un conjunto de países pertenecientes al bloque.
El Fondo tendrá un aporte inicial de U$ un millón y cada país miembro contribuirá
proporcionalmente de acuerdo a su Producto Interno Bruto (PBI). De esta forma,
el documento que instituyó al Fondo estima que los países aportarán recursos
financieros en principio en las proporciones: Argentina 27%, Brasil 70%,
Paraguay 1%, Uruguay 2%.
Las reuniones de Ministros de Cultura definen las variaciones de las contribuciones
y otros aspectos del Fondo. La última reunión fue la 34ª y ocurrió en Buenos
Aires en junio de 2012 y la penúltima se había realizado en Montevideo en
noviembre de 2011. Las negociaciones no contaban con la suspensión temporal del
Paraguay del MERCOSUR debido a su democracia “falluta” ni con la rápida
admisión de Venezuela al bloque. Estos serán temas principales en la próxima
reunión de Ministros del Cultura del MERCOSUR.
Brasil sustituyó a Argentina en la presidencia temporal del MERCOSUR Cultural
–institución dedicada a la cultura creada en el bloque– por los próximos seis
meses (junio a diciembre de 2012). Uno
de los objetivos de la gestión brasilera en esta ocasión es hacer efectiva la
implantación del Fondo. Vale recordar que el Fondo fue propuesto mientras
Brasil estaba también en la presidencia de esta institución en 2010.
Según la opinión de Víctor Ortiz –Secretario Ejecutivo del Ministerio de
Cultura (MinC) en Brasil– el objetivo del Fondo es financiar propuestas que
tengan como objetivo la integración cultural de sus países. Una pregunta que
permanece sin respuesta es ¿qué integraremos primero, la cultura o la
industria? Las categorías siguientes se recuerdan cuando los gestores se
refieren a integración cultural: artesanía, cine, danza, literatura, museos,
música, teatro, etc. El MERCOSUR comenzó como un acuerdo económico y su
objetivo final es formar un Mercado Común de unión aduanera.
La reivindicación de recursos financieros para la cultura es la lucha
más reciente de las instituciones especializadas, que son muy jóvenes. El
argumento que se utiliza frecuentemente para que el dinero que aparezca, es el
de los beneficios que dará a las industrias culturales, aunque éstas
representen el camino más ortodoxo para la constricción de los usos de la
cultura. Tendríamos entonces un Fondo que garantice el funcionamiento de la
economía creativa, y si hubiera matices, algo más que las políticas de cultura
se podrían fomentar entre los cuatro países del bloque.
La discusiones en torno al Fondo se dan en el momento en que se propone
el estrechamiento del vínculo entre cultura y sustentabilidad y reflexiones en
torno al patrimonio cultural, a la economía creativa (dónde la cultura entre en
el circuito industrial) y a la diversidad cultural. Los elementos de economía,
patrimonio y diversidad son las locomotoras de punta de casi toda política
cultural de gobierno. Esperemos por el Fondo un intercambio de experiencias
entre los cuatro países en lo que se refiere a convergencias y divergencias de
sus concepciones de cultura. La integración pasa inevitablemente por estas
consideraciones en América del Sur.
Aunque el aporte desigual de recursos para el Fondo implica que los
cuatro países se comprometen recíprocamente a que unos tengan retornos más ventajosos
que otros de acuerdo con la aprobación de los proyectos. Un país que está en
mejores condiciones que otro en un tema determinado, por ejemplo el cine,
tiende a fomentar el desarrollo de las capacidades en aquel que no lo está,
pero que en contrapartida podrá contribuir por ejemplo con la experiencia de
sus artesanos o de su danza. La equidad en el reparto de recursos Fondo
dependerá de la calidad, procedencia y tema de los proyectos.
Un comentario que no quiero postergar es que la organización burocrática
del Estado brasilero elude la aplicación de propuestas alternativas al dejar al
próximo gobernante con una situación previamente diseñada, debido a la
morosidad del proceso de formulación, propuesta, aprobación y aplicación de las
leyes. Por lo tanto las políticas gubernamentales difícilmente tienen cambios
considerables y las deliberaciones toman mucho tiempo para materializarse en
hechos concretos. El ámbito de la cultura no escapa a este diagnóstico.
La semántica de la cultura debe ser reelaborada para que no se confunda,
aunque se trate de proyectos con las mejores intenciones, con el mero
intercambio de objetos artísticos entre las fronteras de estos países luego de
la materialización del Fondo. Estas son expresiones tangibles de la cultura. La
intangibilidad de la cultura es la que nos despierta la atención como cultivo
de ciudadanía. La cultura al fin es fundamental en el proceso de integración de
nuestros pueblos, y no solo el éxito de sus instituciones económicas o
economías creativas.
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