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sexta-feira, 29 de janeiro de 2021

Opinião: Quem vai botar o guizo no Twitter?

Por Hugo Machín Fajardo*, publicado originalmente em Espanhol, sob o título ¿Quién le pone el cascabel a Twitter?no portal Las2Orillas

Justino Jiménez de Aréchaga (1910-1980) escribió a principio de los cincuenta que el otorgamiento a privados de concesiones para el usufructo del espectro radioeléctrico uruguayo se había transformado en una entrega de "ducados fructíferos" que el gobierno de turno otorgaba a sus amigos políticos.

A mediados del siglo pasado la radiotelefonía, iniciada en Uruguay en 1922, era el medio de comunicación masivo por excelencia, más que la televisión.

El teórico y catedrático uruguayo del derecho, maestro de juristas, refería a que a partir de que la radiotelefonía demostró su poder y su potencial económico, los propietarios de las emisoras uruguayos durante décadas eran las mismas familias. De ahí su metáfora medioeval.

Los sectores políticos y sociales sistemáticamente excluidos de esa repartición, rechazaron tal discriminación antidemocrática proveniente de quien debería velar con imparcialidad por los intereses de todos los uruguayos, y no solamente de los de sus amistades. Antidemocrático, además, porque el espectro radioeléctrico era (es) de toda la sociedad y no del gobierno de turno.

Esa situación no varió con la llegada de la televisión en la década de los sesenta que, como es sabido en Uruguay, los permisos para operar canales de aire repitieron el esquema de concesiones radiales. Algo que no cambió durante la dictadura (1973 - 1985) sino que, por el contrario, los militares antes de abandonar el poder hicieron uso de esa discrecionalidad para otorgar frecuencias radiales a sus amigos.

Durante la administración Lacalle (1990-1995) el otorgamiento de la televisión por cable siguió el mismo patrón de adjudicación cuasi familiar en Montevideo, y de correligionarios blancos o colorados en las diferentes ciudades del interior.

La disputa del éter. En los años previos al triunfo electoral de la izquierda (2004) surgieron las radios comunitarias, que en realidad eran mayoritariamente de militantes de izquierda, que legítimamente defendían el derecho ciudadano a tener sus propias emisoras. La tecnología lo permitía y el poder político lo retaceaba. Fueron emisoras de alcance barrial que comenzaron a funcionar sin autorización administrativa.

El proceso lo seguí de cerca, pues en la Asociación de la Prensa Uruguaya (APU) recibía — pese a alguna otra mirada sindical de reojo— a los dirigentes de ese movimiento que abogaba por trabajar sin recibir remuneración. Un imposible solamente sobrellevable con apoyo financiero extra a esas radios comunitarias. Estaban en una disyuntiva de hierro: no podía ser radios comerciales, pues perdían el carácter "comunitario", y al mismo tiempo, deberían efectuar sus labores sin profesionales. Complicado.

En la primera década del siglo XXI en cinco países —Bolivia, Chile, Ecuador, Uruguay y Venezuela— se logró el reconocimiento legal de las radios comunitarias.

Cito el caso porque uno de aquellos dirigentes de radios comunitarias, defensor acérrimo de la libertad de expresión, cuando sobrevino un gobierno de izquierda en Uruguay, sería uno de los principales impulsores de un proyecto restrictivo de la libertad de prensa que para el republicanismo uruguayo era difícil de aplicar, y terminó archivado.

Fue un fenómeno generalizado en aquellos países donde a la par de los gobiernos denominados progresistas, proliferaron proyectos legislativos o intentos parecidos de darle al Estado un mayor o menor control sobre la libertad de prensa. Así fue en Argentina, Bolivia, Ecuador, Uruguay —con diferente peripecia— hasta la "Misión Comunicación" en Venezuela, cuyo objetivo decretado fue la "expresión concreta de democratización de la comunicación en Venezuela y promover el desarrollo de la contra hegemonía cultural". La realidad de aquellos enunciados es que Venezuela hace años que es un clásico en materia de violaciones al derecho a la información, agresiones a periodistas, limitaciones al acceso a la información y criminalización de la actividad de la prensa. Que incluye desconocimiento de sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos que determinan la devolución a sus legítimos propietarios los medios de prensa confiscados.

La tecnología manda. La tecnología digital ha sido implacable en todo sentido. Tanto las legítimas reivindicaciones de democratizar la comunicación afectada por monopolios empresariales, como los excesos autoritarios de quienes al llegar al poder traicionaron sus antiguos reclamos libertarios, se han visto sacudidos por el formidable cambio que supuso la irrupción de las redes sociales (RRSS) en sus múltiples plataformas: Facebook, YouTube, Instagram, TikTok, Twitter, etc. y aplicaciones de mensajería instantánea: WhatsApp, WeChat, FacebookMessenger, Skype, etc.

De pronto, quien tuviera un celular pudo recibir y reenviar al universo digital informaciones, opiniones, fotografía, videos, chismografía, vida personal, estados de ánimo, obsesiones, etc. Todo por los mismos canales, con la supuesta misma importancia y con la consiguiente saturación de impacto.

Sucedió la inevitable: el estómago se impuso a la mente en muchos casos. Las RRSS combinaron lo maravilloso que supuso la muerte de la distancia y la interacción instantánea, con la explicitación de lo peor del ser humano.

Los antivalores más insospechados, los que una persona razonable difícilmente se atrevería a exponer en un ámbito compartido con semejantes, tuvieron vía libre para ser emitidos desde la a veces rabiosa soledad del cibernauta. Con el agravante de que el algoritmo— verdadero digitador— le hace creer al cliqueador que el mundo real es esa burbuja de tuits enviados y recibidos en que vive. Al punto que en junio del 2020 la propia empresa Twitter intentó acotar el leo y reenvío compulsivo y tratar de evitar los retuits en los que no se le da contexto, con los recordatorios "los titulares no cuentan toda la historia" y "puedes leer el artículo en Twitter antes de retuitearlo". El intento buscó evitar que se compartan irreflexivamente noticias falsas o engañosas.

Según la información proporcionada por Twitter, después de tres meses de prueba, la plataforma digital señaló que gracias a esta función, un 40% de usuarios abre los artículos completos antes de compartir después de ver el recordatorio.

Estas empresas privadas — vía internet— desplegaron un menú de posibilidades comunicacionales con base a soportes personales. El celular, el PC, el portátil, la tableta, se volvieron los instrumentos de comunicación y se pasó a que cada aparato personal recibiera y emitiera en vivo y en directo lo que fuera, como fuera y donde fuera.

¿Se volvió obsoleta la enseñanza sesentista del canadiense Marshall McLuhan (1911-1980) — "el medio es el mensaje"— o sigue vigente y ¿"el medio (aún) es el mensaje"?

"Demasiadas personas saben demasiado las unas sobre las otras. Nuestro nuevo ambiente obliga al compromiso y a la participación. Cada uno de nosotros está ahora irrevocablemente envuelto en la vida de los demás, y es responsable de ellos", evoca la chilena Teresa Ayala Pérez, doctora Didáctica de la Lengua y la Literatura, en su trabajo Marshall Mcluhan, las redes sociales y la Aldea Global.

"Amenazan a la demcoracia". Ni cortos ni perezosos, los políticos para quienes la prensa era hasta entonces un contrapeso molesto a su demagogia, cuando no a sus falsedades, vieron en esas RRSS la gran oportunidad. Muchos — no solo Trump— las utilizaron para diseminar su opinión sin recibir como contrapropuesta el interrogante periodístico, el análisis o la opinión de los profesionales de la información. Las RRSS aparecieron como la "forma directa" de comunicación entre el líder, sus seguidores y— lo que exacerbó el ambiente— sus contradictores espantados y furiosos ante el rostro de piedra de Presidentes tuiteros.

No es menor la responsabilidad de esto último en las consabidas grietas sociales que hoy se viven en varios países.

La reacción profesional de la prensa fue disímil. En general, se optó por repetir lo que ese líder diseminaba a troche y moche. De hecho, se retroalimentó todo lo que decía: lo legítimo y la basura.

Algo que acompañó a las RRSS desde hace años fue la creación de los "bot"—programa informático que reitera tareas automáticamente— cuyo efecto distorsionador de la realidad y fabricador de noticias falsas fue medido, entre otras investigaciones, por la realizada por la Fundación Knight de Estados Unidos.

El estudio examinó más de 10 millones de tweets de 700.000 cuentas vinculadas a más de 600 cuentas falsas y sitios de noticias sobre conspiración. "La investigación identificó grupos de cuentas de Twitter que se vincularon a estos sitios repetidamente, a menudo de formas que parecían coordinadas o incluso automatizadas".

Esta deformación de la realidad fruto de servicios de inteligencia de diferentes países, sumado a operaciones internas en determinados países, lleva a los autores Francis Fukuyama, Barak Richman y Ashish Goel, a afirmar en un reciente informe publicado por la revista Foreing Affairs que: "Las plataformas de Internet causan daños políticos que son mucho más alarmantes que cualquier daño económico que generen. Su verdadero peligro no es que distorsionen los mercados; es que amenazan la democracia".

Golpistas. Entonces llegó el 6 de enero del 2021 y a raíz del intento de asalto al Capitolio de EE. UU., alentado por el ya expresidente Trump, las RRSS reaccionaron cerrando las cuentas del golpista.

Surgen diferentes temas para analizar. Y que en este texto obviamente no se dilucidan, apenas si se plantean algunos:

1. El universo digital no pertenece a la comunidad de naciones. Ergo, no hay una censura en el cierre de una cuenta perteneciente a una empresa privada. Nadie propietario de una empresa de comunicación puede ser obligado a insertar en sus contenidos aspectos contrarios a sus valores. Excepción hecha cuando se da un fenómeno de difamación o calumnia en que los estados democráticos tienen mecanismos legales para que al ciudadano ofendido se le ampare en el ejercicio del derecho de respuesta. Así son las cosas en el sistema democrático.

2. Las RRSS, a diferencia de los medios periodísticos serios, no poseen un código de ética profesional. Por eso pueden contener información u opiniones muy útiles y válidas seguidas del disparatario. Google ha aceptado censurar a los usuarios bajo regímenes totalitarios en aras de no perder el negocio. Cierto es que en mayo del 2020 Mark Zuckerberg ensayó que comisión de personalidades Junta de Supervisión (Oversight Board) tendría "el poder de cambiar las políticas y revisar de fondo las decisiones sobre contenido de la red social, incluyendo Facebook, Instagram, grupos, perfiles e incluso políticas de anuncios". Pero esa articulación va para largo…

3. El intento de golpe de Estado —que tuvo su etapa final en el Capitolio de Washington— disparo la reacción de los propietarios de los sitios más utilizados por Trump y sus 88 millones de seguidores. Hubo clausura y no solamente del todavía Presidente de EE. UU.: miles de cuentas de delirantes del QAnon también fueron cerradas. En 2016 había cuentas que le adjudicaban a Hilary Clinton prácticas satánicas que fueron parte de una operación de la inteligencia rusa de acuerdo a la investigación de Knight ya citada. Y esas cuentas al 17 de enero del 2021 siguen operativas.

4. Cabe preguntarse por qué los dueños de las RRSS no habían reaccionado antes, cuando el daño que estaba produciendo Trump con sus declaraciones anticientíficas sobre la estrategia anti COVID-19, generó miles de muertes de estadounidense. ¿Es que servía más al negocio de las RRSS mantener un vector homicida "al aire" para aumentar los seguidores en general? Esa respuesta está pendiente por parte del Zuckerberg y otros propietarios de las RRSS. No se necesita un doctorado en ética para discernir que Trump profirió disparate tras disparate respecto a la pandemia: dijo que "en un par de días" los contagios iban "a bajar a casi cero (…) Va a desaparecer. Un día, como un milagro, desaparecerá (…) Hemos hecho un trabajo bastante bueno”, alardeó en febrero de 2020. Se negó a utilizar tapabocas durante meses, siguió organizando actos masivos; afirmó que "un medicamento para la malaria cura el COVID-19 (…) El virus no tiene la menor posibilidad contra nosotros. Ninguna nación está tan preparada o es más resistente que Estados Unidos", el 11 de marzo, para contradecirse días después: "Siempre consideré que era algo serio", el 17 de ese mismo mes. "No me veo (...) portando mascarilla. Quizá cambie de opinión", sostuvo el 3 abril, para agregar "veo que el desinfectante lo elimina (al virus) en un minuto. ¡Un minuto! Y ¿existe una forma de que podamos hacer algo parecido, mediante una inyección para limpiar casi todo? Es algo (el virus) que penetra en los pulmones, y podría por eso ser interesante intentarlo (…) Supongamos que golpeamos el cuerpo con una luz tremenda, ultravioleta o simplemente muy potente. Y supongamos que se puede meter luz en el cuerpo, a través de la piel o de alguna otra manera. Creo que hay que probarlo" sostuvo el 24 abril. Para agregar veinticinco días después: "Cuando tenemos muchos casos no considero que eso sea algo malo, considero de alguna manera que es una buena cosa".

Su irresponsabilidad, que hace pensar en homicidio culposo masivo, la llevó al plano electoral personal cuando tres días antes de su debate con Joe Biden y de confirmarse su contagio de COVID-19 se burló de su contendor: "Tengo mascarilla, tengo una aquí mismo, pero no la uso como él, que cada vez que lo ves tiene una mascarilla". ¿Estaría contagiado Trump cuando debatió con su oponente?

La historia registrará las imágenes de Nueva York cuando se hacían entierros masivos de víctimas del coronavirus en gigantescas fosas comunes, como si la ciudad hubiera sufrido un bombardeo y Trump seguía fabricando una realidad diferente mediante las redes sociales que entonces no actuaron.

*Jornalista uruguaio radicado na Colômbia

 

terça-feira, 26 de janeiro de 2021

Livro: Jornalista lança Sobrevivência e resistência. Tempo de pandemia e utopia

 

Os textos, diz o autor, analisam a indiferença da sociedade diante da necropolítica do governo federal, que tem causado a perda de milhares de vidas. Apesar disto, o que se vê é a falta de alteridade com a dor das vítimas e uma ausência de disposição por parte das forças de esquerda no enfrentamento à política governamental, liderada por um ex-capitão, expulso do exército. 

 

Sobrevivência e resistência: Tempo de pandemia e utopia, o 16º livro do jornalista, escritor e poeta Pedro César Batista, reúne uma coletânea de artigos escritos a partir de 15 e março, começo da pandemia da Covid-19 e será lançado durante a edição do Fórum Social Mundial de 2021, que acontecerá entre os dias 23 e 31 de janeiro.

Os textos, diz o autor, analisam a indiferença da sociedade diante da necropolítica do governo federal, que tem causado a perda de milhares de vidas. Apesar disto, o que se vê é a falta de alteridade com a dor das vítimas e uma ausência de disposição por parte das forças de esquerda no enfrentamento à política governamental, liderada por um ex-capitão, expulso do exército. O chefe do Planalto lidera uma facção das Forças Armadas, especialmente alguns generais, da ativa e reserva, que negam o coronavírus, a ciência e propagam a Covid-19, a principal causa das mais de 210 mil mortes no Brasil.

Como explicar a desmobilização, apatia e desarticulação das forças de esquerda com centenas de milhares de mortes, a retirada dos Direitos Sociais, a destruição do Meio Ambiente, o desmonte e a entrega do Patrimônio Nacional ao capital internacional? Estes pontos permeiam os textos de Pedro.

Nunca foi do desconhecimento público os crimes do ex-deputado Bolsonaro, os quais se tornaram mais frequentes e duros após a sua eleição para a Presidência, entretanto, como explicar que em dentro do Estado Democrático de Direito, mesmo com pouco tempo de duração, uma pessoa com tantos crimes fosse eleita para o cargo mais importante do país.

Qual o papel desempenhado pelas das forças de esquerda no atual momento histórico? Devem atuar em busca de uma nova composição com as elites, aceitar todas as contrarreformas que retiraram direitos da classe trabalhadora? Organizar-se somente em busca de um bom resultado eleitoral em 2022? Buscar hegemonia no campo popular e democrático, sem atuar para construir uma unidade estratégica com um programa efetivamente popular e de esquerda?

Não é um livro para acadêmicos – diz Pedro César Batista -, apesar de poder lhes interessar, já que os artigos tratam do distanciamento dos debates teóricos e das direções de esquerda das bases populares, a falta de formação ideológica da militância, o desconhecimento e negação das experiências revolucionárias no processo civilizacional, especialmente na atual fase em que os setores indentitários buscam o protagonismo, negando a luta de classes.

Sobrevivência e resistência: Tempo de pandemia e utopia é um conjunto de artigos que serve à militância e para gente do povo, que precisa realizar esse debate sobre a ruptura com o capitalismo, única forma de avançar na construção da dignidade humana.

O autor começou a publicar há mais de 40 anos, mesmo tempo que se dedica a militância por democracia, justiça social e a dignidade humana. O conjunto de sua obra é formado por poesia, contos, romance e pesquisas jornalísticas.

Dados sobre o autor:

Pedro César Batista é jornalista profissional há mais de 30 anos, poeta e romancista que, segundo ele mesmo diz, tem por prioridade a luta por uma sociedade igualitária e socialista. Estudou Letras, Direito e tem especialização em Antropologia e Educação Ambiental. Nasceu em Alvares Florence, interior de São Paulo. Antes de completar dois anos de idade sua família seguiu para o interior do Pará, onde viveu dentro da floresta, na cidade de Paragominas. Aos dez anos transferiram-se para Belém. Morou em muitos lugares. Um migrante permanente. Vive desde 2002 em Brasília (DF).

Suas primeiras publicações foram Tudo tem (1979), E aí? (1980), Poesia matutaí (1981), Letras livres (1982) e Coração de boi (1984), folhetos com poemas publicados no mimeografo. Participou das Coletânea(s) de poetas em Ilhéus (Bahia - 1980) e de Enluadonovo (1983). Neste período atuou na criação da União dos Poetas do Pará – UPOP e da seção paraense da UBE – União Brasileira de Escritores. Em 1991, publicou Conivência e impunidade (CEPE-SP).

Durante a pandemia publicou nas redes o conto Noite Longa e, agora, a coletânea de 30 artigos, com textos produzidos durante o período de isolamento, Sobrevivência e resistência. Tempo de pandemia e utopia.

Serviço

Lançamento - 29 de janeiro, às 18h, no Fórum Social Mundial 2021, com debate virtual com os prefaciadores, Marcos Fabrício Lopes da Silva, Doutor e professor em Literatura e José Lima da Silva Filho, advogado e romancista, autor de Tocaieiro Sanguinário, e o autor, Pedro César Batista.

Editora ArtLetras
Preço: R$ 20,00 (E-book)
Informações: pcbatis@gmail,.com ou pelo fone 61 98322 9805

Emprego: Vaga de redator em Brasília


O portal Poder360 e o Drive estão selecionando um jornalista para atuar como redator na cobertura de assuntos do poder e da política. A atuação profissional será em em Brasília.

O profissional deverá demonstrar conhecimento avançado de jornalismo de dados, excelente domínio da língua portuguesa; conhecimento avançado de inglês; habilidade para fazer fotos e vídeos com o celular; ser organizado(a) e responder a e-mails com presteza e estar de acordo com o Código de Conduta, Política de Compliance e com os Princípios Editoriais do Poder360.

Dentre os critérios de seleção está um forte domínio das ferramentas da informática, a saber: conhecimento de planilhas; de Photoshop (edição de imagens), de Adobe Premiere (edição de vídeos) e Audacity (edição de áudio) e habilidade para usar computadores Apple;

O selecionado será contratado com carteira assinadam com base nas regras da CLT, plano de saúde e dental. Os valores do salário e do, vale refeição não são informados, nem a jornada de trabalho, que pela lei deve ser de cinco horas diárias com a possibilidade de duas horas extras de prorrogação.

Em tempos de pandemia, o anuncia ambiente arejado e com distanciamento social na Redação. A empresa fornecerá equipamentos Apple para trabalhar (MacBook, iPhone e iPad). E assegura folga no dia do aniversário do candidato

Lançado há quatro anos, o Poder360 é um veículo jornalístico profissional com sede é em Brasília Tem acordo com o grupo Bandeirantes e seu inclui o jornal digital (de conteúdo aberto), uma newsletter (o Drive, apenas para assinantes pagos), a divisão de pesquisas de opinião (PoderData) e um segmento de eventos (o Poder360-ideias).

Os interessados devem enviar e-mail para vagas@poder360.com.br, com texto biográfico de três parágrafos (no máximo 900 caracteres + espaços), contando por que escolheu ser jornalista, quais são os seus planos profissionais e por que gostaria de trabalhar no Poder360. Junto com o texto, deve ser encaminhado um currículo (anexo em PDF) para. O currículo deve conter, no mínimo, as seguintes informações.