La publicidad oficial opera en el caso de las grandes
corporaciones mediáticas como una vía más de acumulación de capital en el marco
de un proceso de concentración y acumulación en pocas manos. En tanto, para los
denominados medios comunitarios o locales que han asumido la responsabilidad de
darle voz a sectores de la sociedad expulsados o manipulados por el universo
informativo, la publicidad oficial, en muchos casos viene a suplir la ausencia
de una verdadera distribución de la riqueza.
Es sabido que la pelea sobre la distribución equitativa de
la publicidad oficial, es un tema de difícil resolución y aplicación a nivel
internacional.
El proceso de expansión/concentración de los medios masivos
como garantía del sistema para penetrar ideológicamente en cada célula del cuerpo
social, fue acompañado por el surgimiento de cientos de medios barriales,
locales y regionales que se plantearon como una alternativa contrahegemónica o
como un espacio de construcción de comunicación propia. Si bien, desde
siempre estos medios han existido como una forma de hacer hablar a la sociedad
toda, consustanciándose con los intereses populares y sus necesidades barriales
concretas (basta recordar, a modo de ejemplo, al periodista desaparecido Tilo
Arenst Wenner y su periódico El Actual de Escobar) nunca tuvieron tanta
presencia cuantitativa como en estas épocas.
Hoy, los realizadores de estas alternativas comunicacionales
desarrollan su actividad en una realidad desfavorable según las instancias que
se imponen y que nunca se desean. Y es en estas circunstancias que profundizan
su capacitación propia, a sabiendas de que contenido y estética son conceptos
que se deben juntar para brindar saltos de calidad. Imaginación, actualización
tecnológica y la búsqueda de variantes comunicacionales fueron y son las bases
de las que se van nutriendo los nuevos periodistas-comunicadores sociales. De
esta forma, competen a sus funciones, desde la edición, hasta el proceso de
activación de la publicidad, pasando por su propia formación y capacitación.
La (in) competencia, entonces, con los grandes grupos
mediáticos resulta feroz y en esto la publicidad juega un rol no menor. Los
medios pertenecientes a las grandes corporaciones multinacionales se reparten
la mayor parte de la torta publicitaria tanto estatal como privada. A los
otros, les queda el pequeño porcentaje de publicidad estatal que fije, en los
casos en que se encuentre legislado, la gobernación local y el aporte de los
comerciantes vecinales.
Resulta evidente entonces que los medios barriales, locales
o regionales, se encuentran a una distancia de años luz con los masivos.
La Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires
(UTPBA) sostuvo desde siempre que el reclamo de su aplicación no debe
quedar limitado a las megacorporaciones de la comunicación. Se trata de un
derecho que debe ser protegido por el Estado para promover diversas
experiencias de comunicación. Hace muchos años, los denominados medios
comunitarios o locales, de distinto formatos, vienen reclamando junto a la UTPBA un
trato igualitario.
Distribuir publicidad oficial, es asignar recursos
económicos para el impulso, la proyección y el desarrollo de medios de
comunicación, sin que esto signifique un elemento de presión por parte de
ningún sector.
Más de dos décadas de demanda por parte de trabajadores, de
la UTPBA y de distintas organizaciones sociales, lleva el
reclamo para que sus medios sean incluidos en un esquema de distribución de la
publicidad oficial.
Tomar la palabra silenciada, dar cabida a temas de interés
de las comunidades ignorados por los grandes medios es parte de la esencia de
miles de AM y FM, canales de cable, medios digitales, periódicos y revistas que
se expandieron fuertemente en los últimos años. Son miles de
comunicadores sociales cuyo trabajo depende de la consolidación de cada uno de
ellos.
No aspiramos a que este problema, para nada menor y tan
definitivo para el desarrollo real de cualquier sociedad, se resuelva con la
distribución de la pauta oficial. Sin embargo, es un comienzo para nada menor.
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