Por Rosario G. Gómez, El País
El manual se repite. Como cada vez que se aproxima una campaña electoral, la televisión pública se convierte en la diana de la oposición. Afloran los argumentos de manipulación y sectarismo, se cuestiona la objetividad, la neutralidad y el pluralismo, se miran con lupa los telediarios y se ataca sin respiro a los servicios informativos. Salvo que en esta ocasión el escenario ha cambiado. El presidente de RTVE no es ya un apéndice del Gobierno. Su nombramiento corresponde al Parlamento, donde es necesaria una mayoría de dos tercios. O lo que es lo mismo, el acuerdo PSOE-PP.
Cuando falta menos de un mes para los comicios municipales y autonómicos del 22-M, el PP ha redoblado su campaña contra TVE. Y la ha escenificado ante las cámaras. La secretaria general, María Dolores de Cospedal, aprovechó su paso por Los desayunos de TVE el pasado martes para acusar a la televisión pública de falta de independencia.
No supo encajar las preguntas incómodas de contertulios que tenía enfrente (de medios tan disparares como el grupo Zeta o el diario La Razón) ni la intrépida réplica de la presentadora, Ana Pastor.
Ayer fue la vicesecretaria de Organización, Ana Mato, la que se enzarzó en una discusión en el programa de RNE En días como hoy a cuenta del pluralismo informativo en la corporación estatal. Mato dijo que no ha visto “tanta manipulación en una televisión pública” y tal nivel de “abuso” por parte de Gobierno. “Las televisiones públicas nunca deben de estar gobernadas ni dirigidas ni teledirigidas por los Gobiernos”, dijo mientras sostenía que las noticias de los ERE falsos de Andalucía no aparecen en los telediarios.
Los datos, sin embargo, revelan lo contrario. Entre el 1 de enero y el 23 de abril, los telediarios han emitido en las dos ediciones con más audiencia (15.00 y 21.00) 76 noticias sobre es escándalo de los ERE falsos en Andalucía, lo que traducido a tiempo equivale a una hora y media. Del caso Faisán, otra de las banderas del PP, se han emitido en el mismo periodo 60 informaciones (una hora y cinco minutos), según el minutado de la corporación, que no coincide con el de los populares.
Cronometrar los tiempos se ha convertido en una verdadera preocupación del presidente de RTVE, Alberto Oliart. “Está obsesionado por el equilibio y por que nadie se desfase ni medio segundo”, recalcan sus colaboradores.
Assunto escondido
Muestra del pressing que el PP está ejerciendo sobre la televisión pública es la declaración de principios anunciada ayer: se compromete a no interponer ninguna reclamación a las privadas que vulneren la ley que les obliga a dar a cada partido, durante la campaña, una cobertura proporcional a los resultados que obtuvo en las elecciones anteriores.
Y todo porque el PP confía en “la objetividad e independencia” de los profesionales de las privadas. Pero advierte de que reclamará “el estricto cumplimiento” en las públicas.
Paradójicamente, el PP anuncia esta medida días después de presentar una reclamación (aunque más tarde dio marcha atrás) contra TVE, Telecinco, Cuatro y La Sexta por la información que ofrecieron sobre las listas electorales del PP con imputados en Valencia. Por eso, el PSOE considera que tal compromiso, adquirido en pleno “acoso y derribo” de TVE, no es más que una maniobra destinada de nuevo a presionar y minar la pluralidad.
La supuesta deriva manipuladora de la televisión pública solo es vista por el PP. Otros partidos de la oposición, como IU, ERC y PNV, aseguran que los telediarios no “chirrían” ahora como lo hacían en los tiempos en los que eran dirigidos por Alfredo Urdaci (en la etapa de José María Aznar como presidente del Gobierno). En esta línea coincide Román Gubern, catedrático de Comunicación Audiovisual de la Universidad Autónoma de Barcelona, para quien “el actual sistema de TVE es bastante modélico”. Y aunque considera que todo el mejorable asegura que los telediarios no se pueden tachar de partidistas o sectarios. Frente a las quejas del PP, que tildan de “encerrona” la entrevista de María Dolores de Cospedal, Gubern sostiene que “los presentadores tratan con tacto exquisito a los invitados y dan la voz a ambos bandos, algo que no ocurre en otras cadenas”.
Desde TVE, los trabajadores rechazan de plano las acusaciones de manipulación y niegan actuar como altavoz del ningún partido. La presidenta del Consejo de Informativos de TVE, Yolanda Sobero, defiende con firmaza a los profesionales: “Podemos cometer errores, no somos pluscuamperfectos, pero estamos atentos a cualquier mala práctica profesional. Y nunca ha habido tantos controles para vigilar la calidad de la información”. Aunque el PP mantenga que sus críticas van dirigida a la dirección política de TVE, los periodistas creen incompatible que se diga de ellos que son grandes profesionales y a la vez sectarios. “Decir que nos dejamos manipular”, dice Sobero, “y que escribimos al dictado es una descalificación general preocupante. Suena a tácticas de otras épocas”.
A Santos Ruesga, catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid y consejero de la corporación a propuesta de UGT, la estrategia del PP le sugiere un intento de “amedrentar” a los profesionales. “Parece que quieren meterles miedo. Lamentablemente ese objetivo funciona. Lanzan ataques personales y colocan la espada de Damocles sobre su cabeza como diciéndoles: ’te tengo apuntado’. Pero nadie puede dudar de que ahora los telediarios son más equilibrados y neutrales”.
La desgubernamentalización fue una apuesta política de Zapatero. En 2006 acabaron los tiempos en los que el director general era nombrado por el Gobierno de turno y la televisión pública era su correa de transmisión. La reforma de Zapatero revolucionó un modelo que había pervivido durante medio siglo.
“Es lícito el debate sobre el pluralismo y la independencia, pero sorprende que a la gente que gestiona Telemadrid o Canal 9 no se le caiga la cara de vergüenza”, comenta Santos Ruesga. Tanto Canal 9 como Telemadrid están en manos del PP. En dos años, elcaso Gürtel ha sido prácticamente invisible en la cadena valenciana y en Telemadrid todavía se recuerda aquella tarjeta que su director general Manuel Soriano remitió a la presidencia de la Comunidad junto a un documental sobre el 11-M informando que había quedado “bastante bien” tanto desde un punto de vista cinematográfico como “ideológicamente”.
Ponto de mira
Pocos entes regionales han seguido los pasos de RTVE. Gubern asegura que en las comunidades autónomas, por su propia estructura de poder, existe una visión que tiende a “favorecer” al partido que gobierna. Y recuerda que Oliart, ex ministro de UCD, fue elegido por consenso. Fue a finales de 2009 gracias a un pacto entre Zapatero y Rajoy. Pero el consenso se rompió pronto. Cuatro meses después de aquel pacto, el PP comenzó a caldear el ambiente. En abril de 2010 ya se percibía el desencuentro. El secretario de Comunicación del PP, Carlos Floriano, arremetía contra la línea informativa de la televisión pública y exigía la dimisión de Oliart. Denunciaba la “manipulación y el sectarismo” de Telezapatero.
Los populares comenzaron entonces a sentirse “defraudados” y “traicionados” por Oliart y a pedir su dimisión en la comisión de control parlamentario. El endurecimiento en sus ataques se plasmó cuando su portavoz, Gerardo Conde, fue sustituido por Ramón Moreno Bustos. Los telediarios se convirtieron en el campo de batalla: “Son sectarios y faltan a la neutralidad y a la objetividad, manipulan y son una desvergüenza informativa”, decía Moreno Bustos.
La ofensiva se recrudece ahora, a las puertas de unas elecciones. Algo que no es nuevo ni sorprendente. “La proximidad de una campaña electoral atiza el fuego. Todo se convierte en arma arrojadiza. En España hay una larga tradición de partidizarlo todo”, apunta Gubern.
Conscientes de estar en el punto de mira de los políticos, Yolanda Sobero reivindica la independencia y rechaza cualquier tipo de presión. “Nosotros informamos sobre política y sobre la campaña electoral. Sin embargo, nos quieren convertir en parte de la campaña”.
Muchos creen que la cantinela de los telediarios no cesará y que la estrategia del PP irá in crescendo.
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