La prensa o lo que se conoce como “medios” tienen una
gran responsabilidad cuando abordan cualquier evento, máxime si se trata de un
evento de magnitudes mayores, conmoción nacional, ya que ocurre en una empresa
esencial propiedad del Estado. El periodista responsable debe seguir en sus
reportajes, crónicas y artículos -no las directrices que le trazan sus patronos
dueños de los medios- sino un código de ética y una condición moral, por cuanto
sus aseveraciones repercuten en la vida y quehacer de las comunidades. Cuando
hay grandes calamidades, como las que de seguidas enunciaremos, se debe actuar
con extrema imparcialidad, lo contrario es conocido y juzgado como amarillismo,
sensacionalismo que puede afligir y hasta atormentar a los lectores más
equilibrados o a la propia audiencia.
Hoy a 30 años de la tragedia de TACOA, 19 de
diciembre de 1982, planta de generación eléctrica de la Electricidad de Caracas
(EDC), todavía no se conoce a ciencia cierta las causas del incendio y
explosión del primer tanque. El segundo tanque se incendia y explota por mala
praxis bomberil -al tratar de eliminar las llamas con agua- se produce un boíl
over por evaporación de vapores calientes. Las autoridades no
prohibieron la entrada de gente, curiosos al sitio, periodistas y camarógrafos
en un radio fuera de peligro. Por tal motivo -al producirse la segunda
explosión- desaparecen instantáneamente 500 viviendas, falleciendo en
total cerca de 200 personas, algunos cadáveres fueron localizados a
centenares de metros a la redonda, incluso en el mar.
La tragedia comenzó por la descarga de 15.000
litros de fuel oíl del barco Murachí de LAGOVEN (ex
Creole), no se hace dicha descarga con un protocolo preelaborado y seguro
entre tanquero y base de descarga, se asume que un trabajador imprudentemente
abrió una escotilla sobrecalentada al notar que estaba caliente. Al entrar aire
(oxígeno) se avivaron las llamas y se produce la primera explosión. Las
investigaciones se abrieron para establecer responsabilidades pero no
avanzaron, los testigos principales habían muerto. Con el tiempo el caso quedó
cerrado. La planta de Arrecifes estuvo un año parada. No se encontraron
expertos dentro de PDVSA que pudieran explicar la no existencia de un protocolo
seguro.
En la India en el año 1984, la fábrica de
insecticidas UNION CARBIDE de Connecticut, Estados Unidos, tuvo un
escape de gas letal que causó la muerte de 3.800 personas y miles de
intoxicados en la ciudad aledaña de Bhopal. En este caso los
sobrevivientes demandaron a la empresa en los Estados Unidos donde estaba
domiciliada la casa matriz. Con todo, los tribunales estadounidenses
sentenciaron que la competencia correspondía a los tribunales de La India, ya
que la sucursal era una empresa asentada allí. Además todos sus empleados eran
hindúes. Los hindúes habían demandado en Estados Unidos por razones de mayor
confianza en esos tribunales. Luego de varios años UNION CARBIDE entregó
a la autoridad hindú 500 millones de dólares para ser repartidos entre los
causahabientes de los fallecidos.
El 20 de abril de 2010 como consecuencia de
la explotación petrolífera de la empresa inglesa British Petroleum (BP). A 65
Km de Lusiana, Estados Unidos, se produjo una explosión que dejó
instantáneamente sin vida a 11 trabajadores y la mayor
catástrofe ecológica de toda la historia, ya que entre abril y septiembre de
2010 se derramaron al Golfo más de 5 millones de barriles de crudo. Las
investigaciones determinaron que la responsabilidad recaía sobre las
empresas TRANSOCEAN (Suiza), HALLIBURTON (Estadounidense) y la propia BP, ya
que realizaron operaciones que les ahorraban tiempo y dinero, asimismo
concurriendo fallas humanas y de ingeniería. Nunca se ubicó la existencia de un
Plan “B” de contingencia para estos casos. No obstante el gobierno de EEUU
permitió el inicio de operaciones…
Al siguiente día de la tragedia se
encontraron 600 tortugas, 70 delfines, cientos de aves acuáticas, especies
marinas, reptiles y mamíferos muertos. Sin embargo BP declaró 2010 como el
mejor año de seguridad de su historia, la empresa subió el sueldo a sus
ejecutivos “por objetivos cumplidos” y aumentó el valor de sus acciones.
Finalmente, la cúpula de la empresa repartió unos 4 millones de Euros como
premio por “rendimiento individual”.
Actualmente las aguas del Golfo de México,
debido al petróleo disuelto, tienen efectos nocivos que han hecho emigrar gran
número aves y especies marinas, incluyendo efectos cancerígenos. Según
informaciones de la OIT (Consejo de Administración, Comisión de Política y
Empleo) anualmente se producen 33.300.000 accidentes, con 3.300.000 de
víctimas, es decir, que diariamente mueren más de 9.200 trabajadores por
accidentes de trabajo, una cifra que causa estupor y a la cual no se han
avocado a resolver ni las Naciones Unidas ni la propia OIT.
La madrugada del sábado 25 de agosto de 2012,
como ya es suficientemente conocido, se produjo un grave accidente en la
Refinería de Amuay, Paraguaná, estado Falcón. Hasta el momento se han
identificado 47 fallecidos y una centena de heridos. Hemos observado, por una
parte, la presencia -casi inmediata- de las autoridades de PDVSA y del
propio Presidente Hugo Chávez Frías, atendiendo personalmente a los familiares
de las víctimas y resolviendo problemas como consecuencia del accidente. Y, por
otra parte, los ataques mediáticos que han deformado la realidad poniendo
en tela de juicio la competencia del personal de la Industria Petrolera.
El periodismo además de informar tiene una
fecunda misión de formar, desarrollar la intuición del lector. Debe orientar en
momentos de crisis expresando solidaridad, preocupación, sin opacar los
esfuerzos, causar pánico o hacer politiquería. Lamentablemente
es esto lo que hemos observado a raíz de lo ocurrido, las gráficas y los
títulos comprimidos impiden la lectura del lector urgido por conocer la
verdad. Sin embargo a toda esa negatividad -de oscuros designios
nacionales e internacionales- se interpone un pueblo que despertó y reconoce la
manipulación mediática. Un pueblo culto, resuelto que se prepara para no volver
a tiempos pretéritos.
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